lunes, diciembre 31, 2007

Ámbar


Desde la habitación del hotel podía verse el parque. Era pequeño, lleno de cinamomos y palmeras que se elevaban bajo un cielo alto y limpio. Llegaba el arrullo de las palomas y el grito de los pavos reales y, a lo lejos, podía distinguirse un pequeño estanque vallado que contenía patos y cisnes. Hasta donde abarcaba la vista no podía ver a nadie, así que pensé que ese pequeño parque pertenecía ya al pasado de alguien que lo habría trasladado consigo tiempo ha. Una simple estatua, pequeña, confería al conjunto un aire afectadamente romántico y melancólico que, al no dar oportunidad a la mente de imaginar lo que tan notoriamente se mostraba, consiguió que apartase la vista y la dirigiera hacia el interior de la estancia. Tras los visillos, en la penumbra de una tarde ya avanzada casi por sorpresa, me senté en un sillón frente a la cama en parte deshecha. El sonido atenuado de los pájaros parecía proyectarse en la pared anaranjada, y de la cama solo podía distinguirse el blanco de las sábanas. Lo que en ese momento se me representó fue la imagen de un cuerpo femenino, desnudo, introduciéndose en la cama, bajo las frías sábanas; un cuerpo que se resignaba a la falta de cualquier otro contacto y que ni siquiera pretendía sustituirlo por el roce de esa tela sin calidez alguna. Supe al instante que ese cuerpo ficticio no se levantaría ya nunca, y que me esperaba una larga noche de intentar coger la postura más cómoda en un feo sillón de hotel.

sábado, diciembre 29, 2007

Sigue buscando

Compraré una casa en el centro de alguna ciudad de mediano tamaño. Que esté rodeada de edificios antiguos donde viviera gente mayor que ya murió y que guarden en sus azoteas algún viejo cordel de tender la ropa. Donde apenas pase gente por las calles y casi no den luz los faroles adosados a las fachadas. Con una ventana hacia domingos por la tarde que haga resbalar a las pobres gotas de lluvia que no encontraron otro lugar donde caer, y desde la que puedan mirarse puestas de sol de lunes y martes de otoño recortando figuras de niños con uniforme acompañados de madres y medias lunas de chocolate.
Compraré esa casa, la abandonaré sin dejar nada en ella y, tras muchos años, pasaré por delante buscando yo qué sé qué de mí mismo que ni encontraré ahí ni en ninguna otra ciudad.

jueves, diciembre 27, 2007

Lejos

¿Me ves? Me alejo. ¿Puedes verme? Me estoy alejando. Cada vez me ves más lejos y te veo más lejos. Me cuesta distinguirte y seguro que a ti también distinguirme a mí. Veo todo lo que me es familiar, y se aleja. Estoy ya muy lejos y te recuerdo sin emoción; tú no me recuerdas. Aún puedo verte. Muy pequeño, sin rasgos, en la distancia. Me voy alejando, y no me dirijo ya a ningún sitio en el que vaya a quedarme ni un solo instante. Simplemente, me alejo.

domingo, diciembre 16, 2007

Iba a escribir algo sobre las noches de sábado de alcohol, humo, ruido, frases hechas, alientos empalagosos, escotes, roces y pintalabios. Del asco que dan y del contraste con el camino de vuelta, ya solo, el domingo al amanecer, con el aire fresco, el sonido de los pasos y demás. Alguna cosa de los edificios azules, de los bancos vacíos, plazas frías e iglesias dormidas, de la gente acostada tras las ventanas, de si uno se siente tan solo como durante toda la noche y gilipolleces por el estilo. De pensar en la cama hecha desde el día anterior y en mujeres sin maquillar de pelo suelto en camas tibias, y qué triste y todo eso.
Efectivamente. Qué asco y qué triste. A lo mejor otro día lo consigo.

sábado, diciembre 15, 2007

Noche

Quiero ojos de oliva llevando al mentón contra el pecho desnudo, atravesado de luna y frío hondos como noche sin días. Y manos bajas y solas, citando a la pena delante, pasándola por la exigua cintura sin darle ya nunca salida.
Dadme un viento de cuchillos y de llanto que me abra y rompa como un aullido lejano. Y una capa lenta y penosa que barra hojas y guijarros, dejando surcos en el alma como falda insensible a miradas conocidas.

viernes, diciembre 07, 2007

Espera

Escribiendo estas líneas se me representa el lugar de donde vengo, sin monumentos ni rincones que canten su pasado. Veo amplios espacios negros y blancos, cubiertos por un tenue murmullo que apenas atraviesa muros y paredes. Un lugar herido demasiadas veces como para mostrar las señales de una sola guerra. Y, así, las esconde todas.
Puede parecer al visitante un lugar frío, como es siempre la desnudez más sincera; incluso hostil. Serio, distante y silencioso, como si dejase caminar sobre él para no tomarse la molestia de impedirlo. Hay destinos más amables que dan la bienvenida y que, al recorrerlos, no devuelven la mirada.
Por él muchos han pasado, y pocos son los que quedan. Día llegará en que ni pase ni quede nadie, salvo lo dejado por quien algún día estuvo. Sobre todo si no fue un olvido.

jueves, diciembre 06, 2007

Informe Sr. X - 2007


A escasos días para la finalización de este ejercicio 2007, podemos presentarles ya una síntesis de la situación del Sr. X correspondiente a los once primeros meses del año, considerando todos aquellos datos de que disponemos con el fin de intentar configurar una idea general del sujeto en cuestión para el lapso de tiempo mencionado.


De manera global, debemos decir que la vida del Sr. X se ha enmarcado también en este año en la senda de continuidad comenzada hace ya varios ejercicios, sin que sea posible constatar cambios positivos o negativos de excesiva significación. No sería ya aventurado sugerir sin ambages que nos encontramos en un estancamiento que, cuanto más se prolongue en el tiempo, más se anclará en un hipotético punto de equilibrio permanente. Si bien esto puede parecer incluso deseable, la experiencia de tantos otros casos nos demuestra que pequeñas perturbaciones en dichas situaciones desembocan en bruscos "shocks" y desajustes posteriormente difíciles de controlar. Permitiéndoseme el símil, el efecto de la caída de una pequeña piedra es mayor en un estanque que en un río.


La tasa de trascendencia del Sr. X, expresada como el cociente de la cantidad de sucesos acontecidos de alguna importancia entre el número total de días, continúa en los bajos niveles registrados en años precedentes, sin llegar aún a valores que puedan hacernos preocupar en exceso. En la misma línea se sitúan los sucesivos índices mensuales de afectividad que, como ya sabemos, suelen ser inversamente proporcionales a aquellos de melancolía, como revelan los datos también en esta ocasión. Hemos de recordar que los valores de esta última variable son susceptibles de diferir en función del modo de su recogida/obtención: momentos como solitarios paseos vespertinos o despertares de domingo en camas de poca densidad poblacional siempre arrojarán cifras más abultadas.


Considerando los anteriores indicadores como los más representativos en este último año y los que pueden llegar a condicionar todo el resto, pasamos a la previsión de una probable coyuntura futura del Sr. X. El número de proyectos y esperanzas totales va en consonancia con el de finales de otros años, mostrando la habitual reducción según avanza el tiempo. La probabilidad de consecución y satisfacción de ellos también experimenta un sensible decremento, que es habitualmente solapado inconscientemente con el fin de no afectar al devenir cotidiano. En términos generales, no se prevén cambios de ciclo ni variaciones sustanciales en nuestro sujeto.


En conclusión...