miércoles, octubre 29, 2008

You see - epitafio - Long Island - genuflexión

Acabo de percatarme de que tenía las manos entrelazadas delante del rostro, a la altura de la boca, como si estuviera rezando, como lo hacía cuando rezaba. Y me he dado cuenta de que el gesto es de súplica, arrepintiéndome inmediatamente de haberlo adoptado, aunque fuese involuntariamente. Sin embargo, no he deshecho la postura y, como la magdalena mojada en té a alguien que ahora mismo no recuerdo, me ha llevado a un tiempo, no sé si perdido, en el que…

El narrador no pudo continuar porque murió en ese instante. El piano sonó y la tarde siguió cayendo. Al día siguiente volvió a salir el sol y él no lo vio. Ni al siguiente, ni al otro. El piano sonaba dentro del ataúd y no lo escuchaba.
No pasa nada. También murió Walt Whitman y el que viajó para ver su tumba. Y lo hará quien tengo ahora a mi lado.
Sólo está muerto quien dejó de vivir hace poco.
Y empieza, de nuevo, la melodía.

martes, octubre 28, 2008

Síntesis o vita brevis

Ya está bien, ya estoy cansado. Debo regresar a lo que nunca he dejado de ser para acaparar la soledad, amasarla y cuidarla, entregarla con cuentagotas y apartar de mí el cáliz de la desazón, porque no soy más que sol y azul y silencio y grillos y perros en la tarde. Y ya lo he dicho muchas veces: aquí estoy, aquí he estado siempre y nunca me he ido. He visto más cosas de las que necesitaba ver y he sufrido sin hacerme más fuerte. Me he engalanado sin fiestas a que ir y he bebido de copas oxidadas. Es hora de volver a casa, a la casa blanca que me espera desde antes de haberla pisado por primera vez y sentir las ausencias con la calma del que no espera nada en mitad del día. En esta vida sólo merece la pena desasosegarse por un vestido blanco en la primavera y todo lo demás es falaz. Hasta el mar es mentiroso en verano.

jueves, octubre 23, 2008

Eh, tú; fuera

Se tambalean los pilares de la persona y el esqueleto sobre el que se montaban accidentes y años se vuelve frágil como palillos. ¿Seré yo este que duda ahora o el invento del que ahora dudo? ¿Cómo me ven y me han visto las piedras, perros y personas? No parece posible haber sido algo tan ridículo, o quizá sí. ¿Es que hay algo ahí fuera que necesito interiorizar, asumir en mi ser como la pieza reparada que hace andar a un coche? ¿Me será lícito aspirar a trascender cuando me estanco en lo cotidiano, frustrándome por lo que altivamente desdeño cuando ya ha pasado el suficiente tiempo y se ha respirado otro aire más fresco? ¿Tengo derecho a mirar para otro lado sin alejarme del aliento del interlocutor que desprecio? Y qué podría hacer para redimirme… Tumbarme en la hierba, mirar pasar nubes, otear la ciudad desde la distancia.
Mis letras son tan mentira como mis actos y aun menos honestas, porque no se exponen a consecuencias. No tiene mérito gritar a los de abajo cómo han de torear.
- Pero, ¿cuál es y dónde está mi toro?
- No. La pregunta es: ¿estás ya vestido de luces?

miércoles, octubre 22, 2008

Las horas

Sólo, al menos, una vez más. Antes de que nos arrastre el miedo y la locura. Antes de que nos demos a la bebida del pasado. Antes de que nuestros dedos se conviertan en la tierra blanca sin tristeza ni esperanza. Voy a cantar los mares resonantes y los anhelos de la adolescencia más tardía, las lágrimas por niñas ignorantes y los hermanos compañeros en la noche. Las sábanas blancas que arropan los presentes fugaces y la indiferencia de quien ahora la necesita. El tiempo que se escapa por los días como rocío resbalando por la espalda y tú me miras sin saberlo sobre montes cargados de cordeles con ropitas de niño y camisas perfumadas. No soy más que el que vino para cantarte a través de sus ojos sin llegar a abrazarte, quien se planta en la orilla vislumbrando cómo habrá de recordarla cuando la piel de las manos esté más lejos de los huesos. Tendré cien años y aún iré a recoger la pelota debajo de aquel coche que lleva allí mucho tiempo, porque os conocí de niños y así permanecéis, al menos en mis hojas.
No hace mucho pensé que podría empezar de cero; no era lo suficientemente viejo. Ahora sé que para recordar algo es necesario perderlo. Me he quitado el traje y he mirado a la cara al niño que corría hacia mí gritando «eres tú, oh sí, tú» y entonces te he visto a ti y a ellos y a todos en medio de playas, de plazas, de campos, de cielos, entre bocadillos envueltos en papel de plata y cantimploras de agua que sí desemboca.
No, no reniego de mí. Pero a veces me sonrío con indulgente ternura, como una madre que llama a merendar desde la ventana. Seguiré acumulando trazos de mí mismo hasta la última ráfaga de aire, hasta que la grúa se lleve el coche debajo del cual siempre van a parar todas las pelotas extraviadas.

lunes, octubre 20, 2008

La primera vez pensó que era la última y lo fue

Es (y no) posible que esta sea la última vez que escriba. Es (y no) posible que toda esperanza me haya abandonado. Creo (quizá no) que el sol no saldrá mañana tan redondo como solía. Temo (sí, temo) que no haya estado aquí antes.
Un refugio lo es cuando no se habita permanentemente y no se puede amar a quien nunca has visto aburrirse. La locura solo acecha de día y a quien jamás ha comprado un periódico. ¿Tenía mujer el hombre del saco?
Reacciona, me dijo. Pero nadie me dijo nunca que estaba mejor callado, aunque siempre lo sospeché. Dijo, cariño, salgo a comprar croquetas (ultracongeladas); nunca más volvió a la misma hora.
¿Es mejor esto que hacer alguna tontería? Supongo. ¿Tiene algún sentido esto que digo? También. ¿Me amarías tal como era si te dijera que lo fui? Te creería, pero no.
Pues adiós, entonces. Seguiré caminando por tierras duras que borran las pisadas poniendo cuidado en no meter el pie en huellas de otros. Igual me muero de hambre, frío, soledad y recuerdos pero, por más que ahora me pese, la culpa no habrá sido tuya.

miércoles, octubre 15, 2008

Interludio