A las cuatro
La razón es una vela en la orilla de una tormenta y los ojos respiraciones contenidas en un puente sobre un río. La valentía es risa infantil en un día soleado y la pena lengua de vaca en una nevera. Los abrazos explosiones de los intestinos y la culpa arañazos de camisas sucias.
Hay un río en el Atlántico con montes de noche transilvana donde flotan bolas de nieve y cintas de regalo. Ese río lleva casas y calles desiertas con ecos de ronquidos de muertos próximos. Es un río entre sueños de olores y melodías, entre recuerdos de familiares y tierras secas.
Hay un aire de cielos grises y misas y monedas, de azules vírgenes y naranjas vivos, de verdes como sábanas de siestas de tormenta. Y hay hojas que caen sobre marquesinas y plantas, cubriendo de barro los crucifijos más negros.
Hay un río en el Atlántico con montes de noche transilvana donde flotan bolas de nieve y cintas de regalo. Ese río lleva casas y calles desiertas con ecos de ronquidos de muertos próximos. Es un río entre sueños de olores y melodías, entre recuerdos de familiares y tierras secas.
Hay un aire de cielos grises y misas y monedas, de azules vírgenes y naranjas vivos, de verdes como sábanas de siestas de tormenta. Y hay hojas que caen sobre marquesinas y plantas, cubriendo de barro los crucifijos más negros.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home