Yo
Quién .- Las yemas del recuerdo buscan la piedra silenciosa salpicada de musgo bajo ese cielo tan, tan azul y alto. Desde la cima del cerro, dominando la ciudad, se contempla el discurrir de la lengua bífida en que se convierte el río a esa altura. Y el pico de tierra que se atreve a dividirlo parece amenazar a toda la ciudad con partirla en dos y, por extensión, sajarme inmisericorde en castigo por no pertenecer ya a nada, porque nada queda del suelo que recorrieron mis pies cuando mis pies no habían pisado jamás cualquier otro suelo. Y los lugares no existen, existen los momentos...
Quien .- Vuelve. No hay nada ahí fuera.
3 Comments:
Nada que añadir, aparte de que me dejas siempre con la boca abierta.
Bueno, no sé. Hay por ahí gente que que escribe peor, eh.
actualiza, te echo de menos
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