Eterno retorno (Parte II)

Puede llegar un punto en que una persona comience a vivir su presente imaginando cómo habrá de recordarlo en un futuro lejano, lo cual le permitirá distinguir las cosas verdaderamente valiosas. Es también un modo de darle una segunda oportunidad al anciano sentado en una mecedora que seremos mientras vivimos la primera y, en realidad, única; echar el ancla en ese viejo, futuro, y mirarnos desde ahí. Aprovecharíamos el día y cogeríamos, vírgenes, las rosas, sin dejar de saber que la serpiente se esconde en la hierba y que la muerte es la reina del baile. No tendría que esperarse al último momento para darse cuenta de que no recordaremos notas de exámenes, palmadas en el hombro, incrementos salariales, herencias de desconocidos o turismos de cambio automático y sí sonrisas sinceras, miradas furtivas, cielos abiertos, noches eternas, dedos ansiosos, labios sumisos, zumos de naranja y cabellos inmóviles.
Lo que daría por volver a tener mi edad, que dijo aquél.
4 Comments:
Yo eso lo he pensado muchas veces. Me imagino en un futuro recordando lo que vivo como una imagen imperecedera y mágica. Cuando me siento en un momento así intento ser consciente de que estoy viviendo un recuerdo irrepetible y único. Y así, disfrutarlo más, para cuando pase. Pero no siempre me sale, claro.
Y soy más casera quizás de lo que pienses. Soy de sofá por las noches. Lo mío es el día.
Hija, me lo has quitado de la boca.
El zumo de naranja, ¿con azucar?.
No te preocupes que te prometo que me leeré El principito, pero que quieres, se me han acumulado un montón de libros estas vacaciones... !Exactamente 8! Pero acabaré leyéndomelo y escribiré mi opinión en mi blog. Saludos! :)
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