Sin estío
Desola la contemplación aérea de lo que, casi perdido, va a perderse. La comprobación de que, pese a que nada era tan terrible, lo será. La certeza de la acumulación de certezas perdidas, de amores abstractos, de abrasadores soles pasados recordados desde la sombra.
Vistos desde el cielo, los árboles alineados elevan su perfume verde, clamando ser vistos cuando ya no existen. Desde arriba, el azul celeste de las piscinas hiere las lágrimas aún no asomadas. Desde el gris cocido desde arriba, la altura quema.
Repaso desde mi altura los caminos por mí trazados y ahora movidos, cambiados. Observo las casas como latas de conserva vacías, frías dentro del horno. Advierto las horas amarillas desde el calor helado de aguas tibias. Mantengo mi certeza de amarillos, azules y grises en mi puño cerrado, golpeando latas de agonía y tedio.
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