El disparo
Respecto a aquello que te dije, olvídalo. Me he dado cuenta de que no valgo para ello ni para ninguna otra cosa. Además, ya estoy harto de estar siempre esperando en una parada de autobús a mediodía; es muy triste y desagradable. ¿Por qué siempre soy yo el que tiene que hacer el doble para conseguir la mitad? Parece como si la hierba, las piscinas y las terrazas de los bares fueran para los demás, por no hablar de las cosas que realmente importan. Lo único que me mantiene aquí es que la opción alternativa es todavía más idiota y siempre hay tiempo. Supongo que es una ficticia victoria personal que me gusta concederme. Y lo peor es que el tiempo se me acaba o, mejor dicho, se me escapa. Se me va de entre las manos a pequeños granos siempre ridículamente pequeños y livianos, nunca hay nada que realmente tenga consistencia. Tengo que esperar siempre a la tarde para dar una bocanada de trascendencia crepuscular como si el resto del día hubiese sido una ficción sin repercusión en mi vida y que no fuese a repetirse al día siguiente, ni al siguiente, ni al otro.
No hay nada que indique que esto vaya a cambiar algún día, sólo veo margen para que empeore y creo que ya es crónico, si no lo ha sido siempre. ¿Sabes qué? Ahora lo tengo claro. Hay que hacer algo realmente grande, me da igual en qué sentido. Me es igual una gran obra que una enorme crueldad, sólo quiero ser capaz de hacer lo mejor o lo peor, o ambas cosas, pero poner fin de una vez por todas a tanta tibieza. Y quiero también que, por una vez, de mis actos deriven consecuencias igualmente extremas; prefiero una horca o un paredón a una tortura china de pequeñas gotitas, una detrás de otra siempre con la misma frecuencia, siempre, como ha sido siempre en mi vida, cada gota inofensiva pero minando todas juntas mi existencia, mi tiempo y mis esperanzas.
Comprenderás por tanto que esté haciendo esto. Por supuesto que no tengo nada contra ti, es simple casualidad, mala suerte. En una película habría un giro en el último momento: alguien (el bueno) vendría y te salvaría y a mí me daría mi merecido. Pero eso no va a pasar y tampoco quiero ser cruel, sólo divagaba.
Lo siento. Adiós…
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