lunes, agosto 03, 2009

Vacuus

Desde dentro del paseo matutino se ven las calles cayendo unas encima de las otras como piezas del tetris, mientras la cabeza da vueltas y vueltas alrededor de unas pocas ideas centrales insistentes y pertinaces, inamovibles en su inconcreción. Los colores, sonidos y olores son internos, generados por uno mismo y proyectados hacia fuera, pegados sin demasiada fijeza a muros y paredes ya llenos de grafitos y carteles sobre productos y conciertos de jóvenes con ínfulas de inmortales. Uno se pregunta si busca simplemente algo perdido mucho tiempo atrás, algo abstracto, no conocido, que explicaría la propia existencia y transcurso de la vida hasta el momento, como el epílogo de una obra que cierra el círculo, un último giro de argumento como la dovela central que sostiene y da sentido a las demás en un arco de medio punto. El resto de personas oscilan entre su papel de culpables y obstáculos de la grandeza propia no desarrollada y el de pobres ignorantes e inocentes, susceptibles del perdón del uno mismo magnánimo, tan grande aunque tan limitado. Las sensaciones son demasiado contradictorias, caleidoscópicas e imposibles para toda hermenéutica, menos aún propia pero tampoco exógena. Como escape, la idealización de una alcanzable simplicidad a mitad de camino entre bucólica y ascética asociada casi irracionalmente a la figura de una barra de pan recién comprada con vida propia, compañera-de-sillón-post-baño-veraniego, confidente y voluntario alimento físico y espiritual en contraposición con ágapes y viandas asociados a una vida más estridente, superficial y esclava-excluyente de sí misma. Quizá lo que falte sea la conclusión a una introducción y un nudo o desarrollo demasiado prolongados en su fracasado intento de ser un todo, o quizá sólo se trate de falta de pericia a la hora de vivir.

1 Comments:

Anonymous galeria said...

Eh, Sin, necesitas un baño. En una piscina o en el mar, digo.

4/8/09 16:57  

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