miércoles, agosto 10, 2005

Refugio



La idea de abandonarse resulta muchas veces atractiva. Dejar de estar bajo el sol, sin protección, allí donde la vida quema más. Acomodarse en un rincón y estarse muy quieto. Y observar.
Es agradable, entonces, dejarse acariciar por la indiferencia de lo que nos rodea. Ser espectadores de las guerras ajenas, sin que reparen en nuestra presencia. Conseguir que nada ya nos resulte útil, más que para su contemplación curiosa y distante.
Pese a que nos sintamos y sepamos seguros, ni siquiera esto es siempre suficiente. Nos podemos descubrir apartando también la mirada, alejándola del escenario, de las luces.
Llegado este momento, podemos pensar que hemos elegido. Pero no nos engañemos: siempre son descansos.

viernes, agosto 05, 2005

Comentad, por caridad; comentad

Como sé que legiones de incondicionales visitan a intervalos de segundos esta página, ávidos de cualquier novedad que, por lo general, no concedo, y hasta ahora se frustraban al no poder dejar constancia escrita de lo mucho que mi persona y mi obra suponen para sus vidas, he decidido (ahora, porque antes no sabía ni que esto existía) permitir que cualquiera pueda comentar lo que quiera, sin necesidad de estar registrado, de pertenecer a cualquier club social vecinal o de haber hecho algún módulo de FP.

Así que ya no hay excusa. A partir de ahora, será llegar, ver y firmar. Por mi parte, me comprometo a no cambiar de parecer y permitir la libre expresión, incluso vuestra, salvo que no me guste algo, claro.

... Gracias.

jueves, agosto 04, 2005

El nadador nocturno



El agua ya no se ofrece: septiembre está cerca. Cada luz, un recuerdo. Cada noche, una menos. Cada noche, más frío. Cada recuerdo...
Aún el agua recibe. En ella, la noche quema. Las luces se quedan fuera. La gente se queda fuera. La soledad, olvidada en el borde.
La luna ya no me ve. Ya nadie me ve desnudo. Septiembre se acerca.
Los ojos aún no están secos.