sábado, octubre 27, 2007

Ab aeternum


Un mar por nacer baña la playa, salpicada de ruinas de un mundo posible. La luz oblicua de un atardecer sin comienzo proyecta sus alargadas sombras en el tiempo inmóvil. Dos caballos solos ofrecen sus crines al suave viento vacío de recuerdos, que esparce el rumor de la espuma por el silencio del paisaje.