viernes, mayo 06, 2005

Uno

Todo discurre acompasadamente, con una cadencia que, a fuerza de ser constante, acaba asimilándose como normal. Hasta que una fuerza relativamente pequeña, casi siempre fortuita, vuelve a acelerar el proceso.
Yo, un molinillo.

1 Comments:

Blogger Gemma Minguillón said...

Siempre son las pequeñas cosas las que marcan las grandes diferencias.

7/5/05 04:09  

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