Qué sería de un campus sin aspersores que rieguen con su sonido el silencio de las aulas, los pasos rápidos a las horas en punto y el borde tostado de las sombras. A ver si un día de estos cae el cielo de una vez y nos difumina como Dios manda (bancos incluidos).
1 Comments:
Bueno, yo diría que, si se cae el cielo, espero que no me pille debajo; pero, como eso es dificil, al menos que me pille en buena compañía.
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